Coopération citoyenne face au COVID-19

Distinguir la información confiable de la que no lo es, ha sido una faceta de la vida humana desde que nuestros antepasados comenzaron a vivir en sociedades complejas.

Pero la diferencia de otras etapas de la historia, la irrupción de Internet ha hecho posible que se escuchen muchas voces que no podrían superar el cuello de botella que controlaba lo que se distribuiría antes.

En la crisis provocada por la pandemia del Coronavirus podemos ver todos los días la difusión de información falsa, en la que se confunde la realidad con cierto caos, y así se cocina un caldo de cultivo en el que se contagian miedos y tensiones, donde las falsas alarmas se propagan a una velocidad aterradora en las redes sociales y provocan reacciones aparente la incertidumbre y la ansiedad.

Frente a a esta situación, el gran reto de las autoridades es adaptar su modelo de comunicación para estar acorde con las necesidades impuestas por la situación y crear una autentica comunidad informada. Una información política de mala calidad, sesgada o superficial crea una opinión pública mal informada y reduce la relación entre gobernantes y gobernados a un mero juego, poniendo en riesgo millones de vidas y amenazando con colapsar el sistema de salud.

Para lograr semejante propósito se vuelve esencial el aprovechamiento de las redes sociales por parte de las instancias gubernamentales, convirtiéndolas en autenticas redes de comunicación y de participación social, los ciudadanos tenemos además, la responsabilidad de informarnos con veracidad, sin ambigüedades